Final feliz
Se acercaba la fecha tope, el
murciano Quique Pina merodeaba por el entorno oviedista y se comprometía a
aportar hasta un millón de euros, también volvía a sonar el nombre de un viejo
aspirante como el mexicano Toño García, pero lo único claro es que los pequeños
accionistas habían respondido, alcanzándose una cantidad impensable en un
principio pero que sólo garantizaba la supervivencia a corto plazo.
Foto extraída del twitter de @vagubusto la noche del sábado |
Finalmente, el sábado 17 de
noviembre la noticia saltó y llegó precisamente de tierras mexicanas, la
empresa inmobiliaria Carso, S.A. de C.V., perteneciente al grupo de Carlos
Slim, emitía una nota de prensa en la que aceptaba la invitación del Oviedo
para aportar 2 millones de euros a su capital social, mostrando su admiración
por la fidelidad de la afición y pidiendo que Toni Fidalgo siguiese al frente
de la nave, con el objetivo de retornar a categorías superiores del fútbol
español y basándose en un proyecto deportivo que tenga en cuenta la cantera y
que facilite el intercambio de jugadores entre España, México e iberoamérica en
general.
En la lluviosa noche del sábado no hubo novedades de última hora, un buen número de aficionados se concentraba en el estadio para celebrar el final feliz de la historia y el presidente confirmaba lo que se había ido difundiendo a lo largo del día. El oviedismo había ganado una nueva batalla y además recibía una ayuda importante, quizá mayor de lo que se esperaba.
Carlos Slim, hijo-de blanco- y Arturo Elías (ovdsport) |
La cabeza visible del proyecto
será Arturo Elías, casado con Johanna -la hija pequeña de Slim-; el hombre que
una semana antes había recibido la llamada de la COPE y que sin duda cuenta con
la confianza de su suegro, estando al frente de varias empresas del grupo como
Telmex, importante compañía de telecomunicaciones conocida por su patrocinio al
equipo Sauber de la F1. Precisamente en el Gran Premio de Austin encontramos a Arturo junto a Carlos Slim hijo, apoyando a su compatriota Sergio Pérez y respondiendo cordialmente a las primeras cuestiones relacionadas con el Oviedo. Entre otras cosas, no se olvidaron de Fernando Alonso, "el primer socio del Oviedo con el que se fotografiaron" y que les confesó haber comprado acciones, si bien el piloto asturiano, haciendo gala de su habitual discrección, no se prodigó demasiado en el apoyo al equipo de su ciudad natal.
Los nuevos inversores parecen
serios y comprometidos, de las opciones que se planteaban es posiblemente de lo
mejor que le podría pasar al Oviedo. Ha quedado suficientemente claro una vez
más que el mayor activo del club es su afición pero es evidente que también
hace falta alguien con la suficiente potencia económica como para tirar del
carro, los dos millones invertidos por el grupo de Slim son “migajas” si
comparamos con la fortuna total del empresario mexicano -60 mil millones de euros-
pero son suficientes para aliviar la situación y de paso sentar las bases de un
proyecto solvente en el que reine la cordura.
No creo que se trate de un acto
de mecenazgo o de una obra de caridad, ni mucho menos de una estafa de
sentimientos como se ha llegado a comentar; una espantada al estilo del jeque
indio del Racing sería otra puñalada de las que duelen. Pero no hay que pensar
en negativo, es tiempo de mirar al futuro con optimismo y a la vez con
prudencia, sin euforia desmedida pero con ilusión; el oviedismo ya ha sufrido
bastante en los últimos tiempos y va siendo hora de recibir compensación,
esperemos que no tarde mucho en llegar.
Los datos
Lo más llamativo del nuevo
reparto de acciones del Real Oviedo es que los pequeños accionistas suman el
mayor porcentaje de la masa accionarial (40,81%). El Grupo Carso ostenta el
34,22%, Control Sport el 12,41, el Ayuntamiento el 8,40 y un “viejo conocido”,
Celso González, el 4,16%.
El capital social antes de la
ampliación era de 1.843.861 euros, con las aportaciones recibidas se ha
conseguido alcanzar una cifra en torno a los 5,8 millones de euros, algo que
permite superar con creces la causa de disolución e incluso la insolvencia a
corto plazo –la deuda a corto plazo asciende a unos 3,7 millones-.
El sentimentalismo, el romántico anhelo de un club cuyo dueño sean únicamente sus aficionados, contrasta con la nota dominante en el fútbol moderno, basado en el dinero y el negocio. Veremos cómo funciona esta especie de "híbrido".
El sentimentalismo, el romántico anhelo de un club cuyo dueño sean únicamente sus aficionados, contrasta con la nota dominante en el fútbol moderno, basado en el dinero y el negocio. Veremos cómo funciona esta especie de "híbrido".
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