3/12/13

Jornada 16: Derbis y petardos

Esta semana no hay crónicas pero sí un comentario sobre los partidos con protagonistas asturianos, que la verdad dieron bastante de sí. La jornada prometía ser intensa para todos los equipos del Principado, con dos duelos regionales y un Real Oviedo buscando redimirse ante su gente frente al segundo clasificado, lo que nadie esperaba es que el nivel de intensidad llegase hasta el límite con la surrealista suspensión del partido del Tartiere.

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Comencemos por orden cronológico, en la matinal del domingo se disputaba en Mareo el Sporting B-Caudal, sin televisión en directo y con buen ambiente en el Pepe Ortiz, más poblado de lo habitual gracias a la presencia de aficionados mierenses ansiosos de ver en primera persona la primera victoria de la temporada de su equipo fuera del Hermanos Antuña. El tempranero gol de Pablo Pérez haciendo bueno el lanzamiento de penalti errado por Jony complicaba las cosas a los de Manolo Zúñiga, pero esta vez supieron reaccionar y no cometieron errores; los caudalistas empataban antes del descanso y pese a jugar más de veinte minutos con uno menos por la expulsión de Jano fueron capaces de voltear el marcador. Los dos zarpazos de Nacho Méndez dieron el triunfo a un Caudal que sale de los puestos de descenso directo. El filial rojiblanco lleva un par de semanas de capa caída tras su buena racha y ya vela armas para su particular “partido del año” ante el Real Oviedo el domingo en El Molinón; al Caudal también le vuelve a tocar derbi, recibiendo al Avilés el lunes festivo.

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La máxima de Helenio Herrera que dice aquello de que “con diez se juega mejor que con once” también podría aplicarse al duelo entre vecinos que enfrentó a Marino y Real Avilés en Luanco. De nada sirvió que a lo largo de la semana se destacase desde Avilés la dificultad que entraña ganar en Miramar, el equipo blanquiazul no encontró su sitio en ningún momento, no jugó a nada, prueba de ello es que realizó su primer tiro a puerta a cinco minutos del descanso ya con 2-0 en el marcador. Para colmo, la discutible expulsión de Espolita en la primera mitad no allanó el camino de la remontada para los avilesinos, que pagaron caro un error defensivo al inicio de la segunda parte, aprovechado por un inspirado Jandro para hacer el tercer tanto marinista. El 3 a 2 final es puro maquillaje, el Avilés estuvo frío como el ambiente y cierto sector de la afición está bastante enfadado con Uribe y la imagen que se ofrece fuera de casa, en claro contraste con la casi inmaculada trayectoria en el Suárez Puerta. El Marino despachó un gran partido y coge aire tras una mala racha que le había metido en puesto de playout, la próxima jornada toca dar la campanada en Guijuelo ante el líder.

De todos es conocida la riqueza de la lengua castellana y uno de los múltiples ejemplos está en los diversos significados de una misma palabra, en el caso del término “petardo” hasta tres acepciones nos resultan de utilidad para describir la rocambolesca situación vivida en el Carlos Tartiere, un escenario que desgraciadamente ha vuelto a ser noticia a nivel nacional por un suceso desagradable. Esto último suena a tragedia, pero nada más lejos de la realidad, resulta que un petardo estalló en el túnel de acceso a vestuarios en el momento en que jugadores y árbitro se retiraban en el descanso, sin producir más que leves daños materiales; una acción condenable propia de un petardo, esto es, de una “persona pesada, aburrida o fastidiosa”; ahora bien, la cosa no quedó ahí, otro petardo entró en escena, el árbitro del encuentro, el señor Ander Zarrabeitia Arrieta, que demostró ser “poco competente en su cometido”.

Tras lucirse en varias decisiones durante la primera parte, casi todas en contra del equipo local, el colegiado vasco -que ya le había liado una muy gorda a la selección asturiana en la Copa de las Regiones de 2008- decidió suspender el partido al no encontrarse anímicamente en condiciones. La decisión de un solo individuo, que por cierto debería someterse a algún tipo de control mental y si me apuran de alcohol y drogas, perjudicó a todos los demás interesados: a una afición local que se marchó cabreada, a un Oviedo que hasta ese momento estaba haciendo uno de sus mejores partidos, a la expedición ferrolana –aplaudida en su salida- que deberá buscar un hueco en la agenda para volver a jugar la segunda parte, a los aficionados gallegos desplazados, incluso a las fuerzas del orden, que tuvieron trabajo extra conteniendo a la pequeña masa enfurecida que bloqueaba la salida del parking del estadio, hasta Diego Cervero y Álvaro Cuello tuvieron que salir para calmar los ánimos. Todos consideraban excesiva la suspensión, todos menos uno, que se marchó en un furgón policial.

El Oviedo vencía 1-0 gracias a un gol de Cervero, que poco después fue expulsado por una dura entrada en zona de nadie, una acción temeraria teniendo en cuenta cómo se las gastaba, se las gasta y se las gastará el psicópata del silbato. Ahora toca buscar fecha para lo que queda y hacer todo lo posible por identificar a los responsables, a la par que minimizar la sanción que pueda imponerse atendiendo al incidente reflejado en el acta y a los antecedentes en el municipal ovetense.

Y todo este jaleo por un “tubo de cualquier materia no muy resistente que se rellena de pólvora y otro explosivo y se liga y ataca convenientemente para que, al darle fuego, se produzca una detonación considerable”…

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